En economía la Ley de Retornos Decrecientes es la diminución del incremento de la producción a medida que se añade un factor productivo, manteniendo los otros constantes. Imaginemos una fábrica de tuercas con máquinas, espacio, tecnología y un solo obrero. Incrementar la cantidad de obreros en 1 puede duplicar o incluso más que duplicar la producción, pero esto no se puede hacer infinitamente. Tal vez los primeros 10 obreros agreguen mil tuercas cada uno, pero en cierto punto, si todo se mantiene igual, los nuevos obreros producirán solo 900 nuevas tuercas y si seguimos agregando obreros llegará un punto donde la producción deje de incrementar debido a que los nuevos obreros no tienen espacio, herramientas, ni máquinas que utilizar para producir.
Mientras más esfuerzo pones en algo, mejores resultados obtienes. Pero lo que está ley te dice es que después de cierta cantidad de esfuerzo, los incrementos en los resultados serán cada vez más pequeños y en algunos casos ni siquiera existirán. La mayor parte de los resultados suelen obtenerse explotando el Principio de Pareto, pero si quieres ese 1% más que necesitas para ser el mejor del mundo en algo, debes entender el precio a pagar. Muchas veces nos esforzamos sin siquiera preguntarnos ¿Vale la pena el esfuerzo? ¿Qué podría obtener poniendo ese mismo esfuerzo en otra cosa? ¿Qué estoy dejando de ganar por invertir tanto en esto?
La ley de retornos decrecientes está presente en casi todos nuestros hábitos. En el trabajo cada hora extra produce menos que la anterior, hasta que no se produce nada e incluso se arruina lo que se había logrado. En el ejercicio pasa lo mismo, con entrenar unas 3 o 4 horas a la semana obtienes casi todos los resultados y puedes llegar al top 1% de la población. Pero si deseas llegar a ser un profesional (0,01% de la población) tendrás que poner el doble de horas. Todas esas horas podrían ser utilizadas para obtener el 80% de los beneficios de leer o estudiar en vez de buscar esa pequeña mejora en el aspecto de tu cuerpo.
Los retornos decrecientes también están presentes en actividades placenteras. No solo debes enfocarte en evitarlos cuando realizas esfuerzos. Ver televisión puede ser relajante, pero conforme pasan las horas te relaja cada vez menos. En un punto no solo dejará de relajarte, sino que empezará a estresarte y aburrirte. Sin embargo, en el siglo XXI muchos reciben retornos decrecientes de placer mediante exceso de azúcar, tiempo con pantallas, sedentarismo y consumismo.
Esta ley no solo se encuentra en nuestros hábitos. También la vemos en nuestras pertenencias. Los beneficios de nuestro guardarropa van disminuyendo con cada prenda que agregamos. Después de que tenemos la ropa suficiente para cubrir nuestros requisitos básicos las nuevas prendas nos empiezan a quitar espacio y tiempo, tienes que decidir entre muchas prendas. Lo mismo sucede con el tamaño de tu hogar, hasta cierto punto los metros cuadrados nos traen beneficios como comodidad y privacidad, pero en un punto los metros no agregan más beneficios solo costos de mantenimiento y espacio inútil que limpiar.
Para algunas personas pagar el precio de los retornos decrecientes tiene sentido. Si quieres crear una obra de arte o ser el mejor del mundo en algo muy específico es necesario sacrificar otros ámbitos de tu vida. Si no tienes algo que te obsesione, lo mejor es detenerte antes de recibir los retornos decrecientes. Incluso si decides obsesionarte con algo tienes que saber dónde detenerte pues obtendrás todo lo contrario a un retorno.