La familia, un mundo mejor
Puede que no te guste, pero este es el propósito de la vida: Hacer que tus genes lleguen lo más lejos posible en el tiempo.
La familia se define como un grupo de personas vinculados por una relación que puede ser afectiva o genética. Las parejas tienen una vinculación puramente afectiva, pero cada padre comparte el 50% de sus genes con sus hijos. En realidad, todos los humanos comparten genes entre sí, pero el grado incrementa con la familia más cercana.
Eres producto de un proceso de selección genética que tiene miles de millones de años. Estas vivo porque durante millones de generaciones todos tus antepasados, lucharon, sobrevivieron y produjeron una descendencia. Todo lo que un ser vivo intenta hacer es que sus genes lleguen lo más lejos posible en el tiempo, esta es tu naturaleza más esencial y de no ser así no estarías vivo hoy. Si vas en contra de tu naturaleza no tendrás una vida feliz. Además, interrumpir de forma voluntaria esta cadena es escupir en la cara de tus antepasados.
La forma más efectiva de que tus genes lleguen lo más lejos posible en el tiempo es teniendo hijos y ayudándolos a tener mejores probabilidades de sobrevivir y reproducirse de las que tu tuviste. Construir un mundo mejor es una forma indirecta de incrementar sus probabilidades, pero este es un proceso ineficiente e imposible de lograr si no ayudas a los que tienes cerca. Es por esta razón que la ayuda directa es prioritaria, cambia el mundo de adentro hacia afuera. Debes ayudar a tu descendencia mediante nutrición, educación, entrenamiento y recursos pues es la forma más efectiva de mejorarlos a ellos y por consecuencia al mundo.
Una familia fuerte incrementa las probabilidades de éxito de tu descendencia mediante la transmisión hábitos, valores, conocimientos y reputación. Debes tener cuidado pues se pueden transmitir elementos positivos y negativos. Esta herencia no genética, si se utiliza inteligentemente, permitirá que tus hijos puedan iniciar su vida con más ventajas de las que tuviste. Enséñales todo lo bueno que aprendiste durante tu vida, los hábitos que mejor te hicieron, los libros que más te ayudaron y los errores que más te costaron. Compórtate con integridad y las personas confiarán en tus hijos solo por llevar tu apellido, compórtate mal y los juzgarán, aunque estos no hayan hecho nada. Aprende a invertir e intenta que tus hijos no interrumpan el interés compuesto de tus inversiones, en unas pocas generaciones tu familia será financieramente libre.
Si no le das importancia a tu familia corres un riesgo alto de extinción de tu legado genético. En unos pocos siglos nadie se acordará de tu carrera, de tu reputación, de tus bienes o de ti, estas cosas son solo herramientas en el corto plazo. Si quieres seguir influyendo positivamente en el mundo solo puedes hacerlo a través de tu descendencia, salvo minúsculas excepciones.
Supongamos que pasas tu vida enfocado en tu carrera, negocio o éxito financiero, dejando a tus hijos de lado. Cuando mueras tus hijos heredarán lo que lograste con tanto esfuerzo. Si no pasaste tiempos con ellos no tendrán la educación o disciplina para mantener lo que construiste. Lo más probable es que al no ser influidos por ti serán influidos por el ambiente: educación puramente formal, internet, propaganda y personas promedio. Todo tu trabajo se irá a la basura porque será derrochado por unos hijos consumidores y parásitos. Cuando acaben con los recursos que dejaste irán a por el resto de la población haciéndole mal al mundo.
Las personas sin hijos no solo tienen más altas posibilidades de padecer depresión. Estas personas tienen menor motivación para trabajar en dejar un mundo mejor. Sin descendencia muchos se dedicarían a perseguir placeres efímeros en vez de trabajar por el futuro. Si de verdad queremos construir un mundo mejor para todos debemos empezar por nuestras familias, estas cambiarán nuestras ciudades, nuestras ciudades a nuestros países y nuestros países al mundo.