Cuando era niño me sentaba en la mesa a comer con mis padres. No había celulares, ni poníamos una tele. No me quedaba otra opción que escucharlos hablar sobre el trabajo, lo que estaba pasando en el país, política o lo que sea.
En estas comidas, aprendí cosas. Quisiera o no, al escucharlos, ibas entendiendo un poco sobre el mundo y los puntos de vista que tenían las personas sobre él
También surgían preguntas básicas, sobre cosas que todos deben saber, pero que a veces no enseñan en la escuela, tipo: ¿Qué es un congresista? ¿Qué es la hipoteca? ¿Cómo fue la vida del abuelo en la guerra?
Comías y aprendías. Incluso si tus padres tenían opiniones equivocadas y no eran unos eruditos, algo aprendías.
Lamentablemente, muchos jóvenes de hoy crecen sin eso. Les dicen que son la generación más preparada de la historia, con acceso a más información que nadie, pero al no saber las cosas más básicas terminan creyendo las cosas más estúpidas.
Esas conversaciones con gente que vive y funciona en el mundo real son mejores fuentes de información que la propaganda que ven en pantallas o las cosas que les dice un profesor que vive en un mundo teórico que no se ajusta a la realidad.
Los jóvenes hoy tienen las opiniones más insólitas porque no saben nada de nada. Se meten a discutir cosas y están llenos de rabia, pero cuando escuchas sus argumentos te das cuenta de que son parecidos a los de un niño de 5.
No saben lo más básico de economía, de la naturaleza humana, de historia, de trabajar, de el significado de la violencia, ni de nada. No tienen calle, no tienen casa. Son parecidos al Chihuahua que se quiere comer al Dóberman, están llenos de odio y quieren imponer con fuerza (que no tienen) una sabiduría (que tampoco tienen).
Por eso, cuando tenga hijos, nadie va a estar viendo pantallas mientras comemos. Si no quieres tener unos hijos ignorantes, arrogantes y lavados de cerebro, te aconsejo que hagas lo mismo.
Gran artículo y esas enseñanzas son necesarias para nuestros hijos....
Gracias, es la realidad. Hoy las nuevas generaciones son los que fortalecen la llamada cultura de la cancelación, con la intención de seguir promoviendo la estupidez.